jueves, 9 de febrero de 2012

9ª Entrada

Después nos pusimos ha hablar sobre lo que estudiaríamos. Luego no sé que pasó que acabamos todas llorando porque me iba, la verdad es que las iba a echar muchísimo de menos pero tenía que seguir adelante, que a pesar de todo lo que pasamos juntas nada me podía impedir la llegada y felicidad a la ciudad. Después de un tiempo hablando recibí un mensaje de Alex, aquel chico del autobús, decía que fuéramos a un restaurante italiano muy conocido por ser lujoso, la verdad es que me dijo que invitaba él, así que entre mis amigas y yo elegí un vestido. Era un precioso vestido rojo elegante, largo, con un escote bordado, enseñando media espalda con un collar de diamantes alrededor de mi cuello. El collar no estaba lleno de diamantes tan sólo tenía 3 a cada lado, era de mi abuela que me lo regaló en mi decimosexto cumpleaños. Cuando terminé de vestirme mis amigas se sorprendieron de lo bien que estaba, la verdad que eso me hacia muy feliz y cuando iba a darles las gracias llamó a mi puerta, tenía un coche precioso, abracé a mis amigas, me despedí de ellas. Bajé las escaleras cuidadosamente, abrí la puerta, salí, me tapé con la chaqueta, al llegar a su coche, le di dos besos, me abrió la puerta del coche caballerosamente y sonreí agradecida y me metí. Luego rodeó el coche, abrió su puerta y se metió. Bajó un poco la calefacción porque estaba demasiado alta y nos pusimos en marcha al restaurante. Al llegar al restaurante, la entrada era deslumbrante, había una alfombra roja que te llevaba hasta la puerta principal compuesta por dos puertas que se habría hacia fuera, eran como dos cristales marcados con oro. Al entrar había unos guardarropas dónde él pagó las dos chaquetas, la suya y la mía. Después un camarero nos indico dónde debíamos sentarnos. Alex se puso detrás de mí, movía la silla hacia fuera para que yo me siente. Cuando me senté él movía la silla hacia la mesa y luego se sentó en su sitio. Después de ver el gran decorado que había allí le di las gracias y este se rio, tenía un rostro pálido con una piel suave. Todo parecía una película, un sueño mejor dicho. Cuando vino el mismísimo chef italiano para servirnos él me presentó, el italiano cogió mi mano y la beso y dijo:- un gusto en conocerte, señorita-: luego miró a Alex y le dijo:- usted ha escogido a una gran belleza, veré si mi comida estará a vuestro nivel.  A lo que él respondió:- no lo dudaré porque a esta chica no la llevaría a cualquier lugar. La verdad es que yo estaba sonrojada y muy nerviosa, dos hombres hablando sobre mí como si fuera una mujer bella pero no me importaba para nada, todo lo contrario me sentía muy halagada.

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